El hombre es más duro que el hierro, más fuerte que la piedra y más frágil que una rosa...
Es muy curioso: se puede resistir a las lágrimas y ''comportarse'' muy bien en las más duras horas de dolor. Pero entonces, alguien te hace una señal amistosa detrás de una ventana o una carta se desliza de un cajón... y todo se derrumba.
Desde que nacemos somos frágiles y seguimos siéndolo durante mucho más tiempo que cualquier otro ser vivo del planeta. Necesitamos un sinfín de cuidados para vivir y desarrollarnos plenamente. Somos los animales más desvalidos y eso a pesar de empeñarnos a negar esta cruel verdad esgrimiendo los avances científicos. Es más, incluso cuando alcanzamos la madurez sigue quedando en nosotros cierto grado de fragilidad latente en nuestra época infantil.
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